¡Hola!
¿Qué tal va tu día de hoy?
Espero que muy bien hasta ahora, y después de leer la entrada… algo mejor, si es posible.
Si ya me conoces o sigues mi perfil de Instagram ‘fidelidad_a_uno_mismo‘, tendrás una ligera idea de cómo soy, y todo lo que te voy a contar…
¡No te parecerá demasiado raro!
Pero, si es la primera vez que topas con lo que escribo, deseo que no te sorprendas demasiado, o si te sorprendes sea para bien.
El tema de la entrada de hoy, son unos pensamientos propios sobre la identidad.
Por empezar de alguna manera coherente, te dejo la definición de Identidad.
Según la R.A.E. F. 1. Cualidad de idéntico. ‖ 2. Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. ‖ 3. Consciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás. ‖ 4. Hecho de ser alguien o algo el mismo que se supone o se busca. Ocultaba su identidad. ‖ 5. Mat. Igualdad algebraica que se verifica siempre, cualquiera que sea el valor de sus variables.
Te cuento mi divagación:
‘Hace un tiempo (imposible determinar cuanto) yo era la UNIDAD.
Después de eso, la posibilidad implícita en la propia existencia… creó la línea temporal en la que esa unidad, se divide en 2.
Es un desdoble tal cual.
Sin embargo, con la separación se empieza a CREAR distancia, diferencias, permaneciendo temporalmente o, mejor dicho, dimensionalmente un espacio de conexión, cohesión y zona de efecto común.
Importante ser conscientes de esas 2 partes: la diferente y la común.
‘Yo y mi otro YO’*
*(En tu caso sería ‘Tú y tu otro TÚ)
Las partes diferentes, con las experiencias individuales y su influencia en el yo… pueden provocar que ‘la parte común’ se vaya haciendo cada vez más y más pequeña…
E incluso que lleguen a separarse, provocando una total desconexión.
Esto es serio y determinante.
Yo y YO han perdido la conexión.
Y con ello parte de su propia identidad.
¿Existe una alarma que nos avise de ello?
¿Algo dentro de nosotros hace evidente este peligro?
Lamentablemente, NO un mensaje claro que nos llegue al smartphone.
Serán indicios algo más sutiles, señales en clave universal, reacciones en nuestro cuerpo físico o situaciones en nuestro devenir, sensaciones/emociones sin ‘aparentemente’ un motivo claro: soledad, abandono, desconcierto, inseguridad.
¿Qué hacer?
Analizarnos en profundidad. Sin paños calientes. Sin avergonzarse. Sin excusas…
Porque al final todas estas cosas son un freno.
¿Qué parte de nuestra identidad hemos perdido por el camino?
Obviamente la separación tenía una motivación clara: EXPERIMENTAR.
Y esa es la tarea.
Sin embargo, el objetivo es común.
Sin perder esa zona de intersección.
Sin romper totalmente la unidad.
Sugiero que llegados a este punto hagamos un alto en el camino.
¡STOP!
Miremos si todavía está ese espacio cohesionado.
Intentemos de alguna forma conectar etéricamente, a través de sueños, meditaciones, regresiones o incluso viajes chamánicos o astrales, con esa otra parte, ese otro YO que podemos estar pensando que se ha separado o desconectado.
Aunque parezca locura, o un ejercicio propio de una película de ficción…
Hagamos un ejercicio de unión entre las partes y de compartir lo experimentado en cada una de ellas.
Todo ello con el objetivo de EVOLUCIONAR.
Veamos el resultado.
¿Todo va bien?
Sigamos experimentando, con todo el aprendizaje integrado.
¿No va todo bien?
Pues entonces, tendremos que descubrir en qué situación se han creado discrepancias tan importantes que hayan provocado esa separación y analizar si todo ello es parte TAMBIÉN de nuestra evolución, debiendo dejar una parte de nuestro YO atrás… desconectado… con el vínculo roto…
Y seguir nuestra experimentación humana ‘renacido’.
Esta última opción ocurre pocas veces, pero… ocurre’.
¡En fin!
Con esto termina mi divagación de hoy.
Si has terminando divagando tu también y quieres dejar algún comentario…
¡Siéntete libre de hacerlo!
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