Para la mayoría de las personas, la palabra «Ánimo» va cargada de connotaciones positivas, de una intención de proporcionar un impulso verbal a quien se cree que lo necesita, sin que se le atribuya ningún toque que desvirtualice el buen gesto.
Para mí la palabra ánimo va acompañada de otras sensaciones, tiene otros matices y la analizo de una manera un tanto especial, que es posible os resulte curiosa e incluso extraña.
Soy perfectamente consciente que no todos me vais a entender…
Y no porque vosotros no tengáis esa capacidad de entendimiento sino que yo no sepa explicarlo con total claridad.
¡A ver si lo consigo!
Dentro de mí, cuando escucho la palabra ánimo, desgrano el siguiente mensaje ‘oculto’ dirigido (consciente y/o inconscientemente) del emisor a la persona que lo recibe:
«¡Vaya! ¡Tienes un problema!
Estás en una situación difícil, estás frente a un reto o has sufrido un gran disgusto…
Yo por mi parte te dedico 1 palabra para que creas que me gustaría que ese problema/situación difícil/disgusto o reto tuviese un desenlace positivo pero…
Todo está en tus manos, tu tendrás que enfrentarte a ello, tu tendrás que digerirlo, tu tendrás que luchar la batalla, tu tendrás que sacrificarte, tu tendrás que llorar desesperadamente, es posible que dicha situación te lleve a deprimirte o entristecerte, puede darse el caso que te sientas perdid@, insegur@, temeros@, sin ilusiones…
Existen muchas probabilidades de que estando en esa situación necesites ayuda, apoyo, cierto impulso o motivación, un hombro donde llorar, unas manos que te den un empujoncito con cariño, alguien que entre tanta lágrima te haga brotar una sonrisa en el rostro, una persona que se ofrezca a enseñarte cómo hacerlo mejor para conseguir tu objetivo, un voluntario que te asesore un poco si estás avanzando por buen camino o por el contrario te estás confundiendo en las decisiones tomadas o en los pasos dados…
De mí vas a obtener «ÁNIMO», cinco letras que unidas a una entonación que pueda empatizar ligeramente con tu desconsuelo, preocupación o inseguridad deben ser como bálsamo para tus oídos. Tres vocales y un par de consonantes que acompañadas de una mirada de lástima, pena, compasión o un poco de ímpetu contenido por la in-acción tendrán que servirte, una vez que el mensaje de ánimo llegue tu cerebro y a tu corazón, para llenarte de alegría y agradecimiento por tan magno detalle.
Mientras, estaré haciendo mi maravillosa vida en paralelo a la tuya, mirándote de reojo de vez en cuando para ver si necesitas nuevamente otro «ánimo» que demuestre todo mi cariño hacia ti.»
¿Qué os parece mi radiografía de la palabra ánimo?
¿Alguien en la Sala ha conectado con mi forma de entenderlo?
Es posible que nadie se haya parado a pensar en todo esto, pero creo que no es tan descabellado llegar a una conclusión parecida. Sobre todo, cuando a lo largo de tu paseo por la vida has recibido muchos «ánimos» en situaciones en las que necesitabas algo más que 5 letras empastadas, engarzadas a su vez a una mirada melancólica y a una palmadita en la espalda.
Me gustaría dejar claro que ésta es mi humilde opinión al respecto y en ningún caso pretender ser dogmatizada, ya que hay muchas personas que a su «ánimo» le acompañan con intención expresa de ayudar y participar en la acción de solucionar el problema, apoyar en las desgracias o inducir activamente en la consecución de los objetivos de sus familiares o amigos. En ese caso todo lo anterior queda absolutamente anulado.
Mi alegato va exclusivamente hacia el ánimo que verbalizan esas personas que lo sueltan y se piran sin mirar atrás, dejándote con su mirada afligida y sus buenos deseos mentales, a veces incluso bordando el momento con un «pobrecill@» que suelen esbozar cuando tú ya no puedes oírlo.
¿Conseguí explicarme bien? ¿Si? ¿No?
Reconozco que esta entrada y su contenido pueden pecar de cierta desconsideración hacia esas palabras que yo considero vagas, imprecisas y sobretodo in-activas. Asumo la descortesía por mi parte.
Para ir concluyendo, no quiero dejar de mostrar un agradecimiento máximo hacía todas esas personas que me otorgaron sus «ánimos» más vacíos y faltos de empatía, cariño y consideración.
Esos ánimos, hipócritas y fingidos, me han hecho crecer (aunque no en centímetros -sigo midiendo mi 1’62- ), hacerme más fuerte, consiguiendo que únicamente con mí propia fuerza me levantara del suelo y luchara enfrentando aquellos problemas, adversidades e infortunios que la vida me regaló. Incluso fueron como percutores para que mi genio se transformara en energía que ir invirtiendo paso a paso hasta lograr superar metas y objetivos.
En el caso de esas otras personas que además de palabras arrimaron el hombro, se remangaron la camisa, me ofrecieron sus oídos para escuchar, consiguieron sacarme sonrisas entre lágrimas de tristeza y se alegraron conmigo en momentos de celebración o felicidad…
En ese caso mi mas eterno agradecimiento y admiración por enseñarme lo que realmente significa la amistad.
Por último sólo me queda una cosita más por decir, si ves que tanta palabrería merecen una buena valoración y varias estrellas ✰✰✰✰✰, adelante valora el post. ¡Mil gracias!
Te he comprendido bien. Es muy importante prestarle atención al poder transformador que tienen las palabras en la mente humana. Muchas veces no somos conscientes de las palabras tan vacías que decimos y de que no estamos aportando nada a nadie. Así que eso de «Ánimo!» es como un consuelo tonto que se da a sí misma la persona que lo verbaliza, pensando que está haciéndole un bien a la otra persona.
También hay que tener en cuenta quién lo dice: si es alguien que apenas conoces o con quién no tienes mucha confianza… pues bueno, incluso parecería entendible. Pero suele ser mi caso; cuando alguna persona con la que no tengo mucha confianza me cuenta alguna situación comprometida o me hace ver alguno de sus problemas, suelo implicarme y no responder con un «ánimo», porque vaya forma de coronarse, después de que la otra persona se ha decidido a sincerarse.
Qué difícil es ir abriendo caminos! Las personas deberían parar sus trabajos frenéticos y dedicar unos minutillos al día a leer cositas para cultivarse e ir haciendo mejores versiones de sí mismos, como sueles comentar habitualmente en tu blog.
Un saludo!
Pues mira. Hoy mismo he hablado con mi hija sobre este tema. Mi comentario fue que había ido a mi doctora porque sufrí una caída y a parte del dolor de rodillas y manos ella me dijo que no tuve nada grave y tardaría en recuperarme. Y eso se lo transmití a mi hija. Y me contestó paciencia y ánimo. Y yo le respondí que le a palabra ÁNIMO, a mí no me dice nada. Ya que ése ÁNIMO lo tengo que tener yo, porque esa palabra no me va a dejar sentirme mejor . Y le di la explicación de FUERZA, le dije tu di TEN FUERZA, esa palabra será más animosa para esa persona que decirle ÁNIMO . Ella lo ve desde otro punto de vista. Creo que mi opinión se parece más a la tuya.
Hola Marisa,
Realmente cada uno tenemos una percepción y le damos un valor a esa palabra de ‘ánimo’. Estoy contigo que es mucho mejor para motivar, transmitir algo con más fuerza, como si fuese un impulso o un ‘estaré aquí si me necesitas’. No podemos pensar tampoco que porque no lo hagan como a nosotros nos funciona mejor, eso significa que no se preocupan de nosotros.
Espero y deseo que pronto tu salud se reestablezca y todo esto te sirva para estar mucho mejor después y con un reto superado. Mi consejo a día de hoy (esta entrada la escribí hace mucho tiempo y algo he aprendido después) es que seas consciente de que la gente que te quiere, te apoya y te abraza aunque no sepa expresarlo a tu manera. Espero que cuando estés bien… nos comentes 😉
Ángela
No me deja editar en el comentario y he visto un fallo…
«También hay que tener en cuenta quién lo dice: si es alguien que apenas conoces o con quién no tienes mucha confianza… pues bueno, incluso parecería entendible. Pero NO suele ser mi caso»