Es bueno darse algún capricho de vez en cuando…
En este caso aprovechando nuestra visita a Barcelona el merecido regalo sería una cena en el Restaurante ABaC, galardonado con 2 Estrellas Michelin y cuyo director de orquesta es el Chef Jordi Cruz.
Como en otras ocasiones que disfruto de experiencias similares quiero compartir mis impresiones y mi opinión sobre el momento vivido en este restaurante, con todo mi respeto y como simple aficionada al buen comer.
Llegamos a las 21.00 horas a la puerta del restaurante.
Nuestra noche especial daba su comienzo…
Tras la puerta, un corto camino de césped y piedra que se recorre escuchando una agradable cascada de agua que cae por la pared derecha.
Un cálido recibimiento, da paso a la entrada en el salón y a nuestro acomodo en la mesa correspondiente.
A simple vista se puede comprobar que la mayoría de los comensales pertenecen a diferentes zonas de la geografía internacional y que, como suele ser costumbre, han empezado su cena a hora más temprana.
Reconozco que en este tipo de lugares de culto a la gastronomía me complace ver las mesas vestidas con elegancia, y en esta ocasión ese detalle estaba sobradamente cubierto.

Tras ojear con detenimiento la carta y recibir el asesoramiento adecuado por parte del personal del restaurante, nos decidimos por degustar el Menú Gran Abac.
Después de unos minutos de orientación y consejo por parte del sumiller, que nos desaconsejó realizar un maridaje por ser excesivas el número de copas de vino, nos decantamos por aceptar y probar su propuesta de un vino blanco alemán que según su criterio encajaría perfectamente con la mayoría de los platos, complementándolo en los últimos con un tinto que nos recomendaría con posterioridad.

Ya lo tenemos todo… agua fresca y un vino blanco para empezar a dar la bienvenida a todos los platos del menú.
Abre el desfile un Mojito helado de menta y lima:
A mi humilde parecer, un principio digno de lo que nos quedaba por disfrutar…
Además aportaba algo para mí muy interesante: un primer acto fresco, dulce, vistoso visualmente y que te hacía empezar a acomodarte en la experiencia.
En segundo lugar Nieve de Bloody Mary de mariscos y salazones:
Si a mí me sorprendió el anterior, mi marido quedó impresionado con la mezcla de sabores de este combinado tan curioso: fresco pero con sabor a mar.
Damos otro pasito en el menú y nos encontramos con Mantequilla de Foie gras con migas de maíz y helado de mole:
Tengo que reconocer que llamó mi atención porque así de primeras el Foie grass o el Mi cuit no son santos de mi devoción (y eso que tengo una hermana que según dicen lo hace exquisito), pero fue probarlo y cambiarme todos los esquemas respecto a los sabores que imaginaba tendría en mi paladar.
¡Qué error es adelantar acontecimientos!
En fin…divino.
Seguimos avanzando y el siguiente plato sería Ñoquis de parmesano con setas crudas, colmenillas salteadas, nueces, aceite de trufa y agua de hongos con citronela:
Con este plato disfrutó de lo lindo mi marido, encantado con la composición de la cazuelita.
Creo que fue uno de sus favoritos.
El turno le tocaba ahora a Calçots confitados con romesco helado y carbón ahumado:
Impresionante el toque ahumado y el frescor del helado de romescu, todo un acierto que dan vida y matices versátiles al conjunto. Cada bocado tiene un sabor…
Será entonces como dicen «no hay quinto malo» jejeje!!!
La ocasión ahora para Pequeños lomos de bacalao, guisantes lágrima y tripita de bacalao:
El bacalao es un pescado que me gusta en todas sus versiones y este plato tenía mi beneplácito desde su llegada. Además, los guisantes estaban tiernos, ligeramente crujientes y tenían un sabor rico, rico.
No pude por menos que mojar un poco de pan en la salsa.
Seguimos avanzando y es el momento del Bistec tártaro ahumado «Café de París» ternera aliñada, yema cocinada, velo de mostaza y crujiente de ternera:
Yo sé de uno que se congratuló de recibir este pedacito de carne tan mimado y lo disfrutó con calma.
Para mí fue la primera vez que comía carne crudita, pero como estaba tan bien acompañada de otros ingredientes…el resultado final fue gratificante.
Pasamos el ecuador del menú haciendo referencia a una sopa de cebolla con Yema curada, agua de cebollas, pan a la mantequilla y gruyere:
Respecto al plato, y teniendo en cuenta que a mí me gustan los huevos más que a un tonto una tiza y las cosas dulces por encima de todo…sobra mi comentario. Es evidente y predecible, a qué sí???
En fin… no dejé nada en el plato.
La siguiente parada corresponde a Calamar tratado como un risotto con chufas hidratadas y caviar:
Aquí tuvimos discrepancias mi marido y yo en cuanto lo acertado o no de la chufa en la composición. Para mí fue un sabor que portaba matices enriquecedores y al pobre Abel no le gustó mucho.
No fue mi plato preferido pero me hubiese comido un poco más, jajaja!!
Bueno, y después de discutir si la chufa si o la chufa no…llegó a nuestra mesa la Gamba de Palamós «Mar y Roca» para ponernos nuevamente de acuerdo:
Con la llegada de la gamba se nos concedió el permiso a sorber su cabeza, si era nuestro deseo. Yo dejé la cabeza tal como estaba, por respeto a la propia gamba, aunque mi querido marido no perdonó la ocasión y a la suya la liberó de cualquier pensamiento tormentoso.
Nuestro criterio se unificó para decidir que este pequeño animalito había sido tratado con mucho cariño en la cocina y eso se notaba con su buen sabor: excelente.
Le correspondía después el turno Tsukudani Thai de Anguila del Delta con vegetales crocantes:
Aquí tengo un pequeño problemita…éste sin duda fue el plato que menos me convenció y como las cosas que no me gustan mucho, no suelo dejarlas mucho tiempo en el recuerdo (para evitar gastar memoria inútilmente), no puedo dar una opinión muy amplia, sólo que «no me dejó huella».
Como diría mi abuela: sin pena ni gloria.
Llegó el momento del último plato fuerte de la noche Wagyu Marinada y asada con foie grass y berenjenas al carbón:
Un plato contundente con su protagonista principal: la carne. Y no una carne cualquiera sino Wagyu, con su toque de grasa que le aporta una textura jugosa y delicada (me recordó mucho a la carne de Kobe que pudimos disfrutar Abel y yo el día de nuestro segundo aniversario de bodas en el mismísimo «Kobe»). Además con el acompañamiento de la berenjena al carbón los matices se amplificaban y la sensación en el paladar era intensa y completa.
Avanzamos un poco más para cambiar de tercio y empezar a degustar el lado dulce del menú: los postres.
Fue en ese momento en el cual nos dimos cuenta de un despiste:
Y el vino tinto que nos recomendaría el sumiller??? Ohhhh!!! Nos olvidamos completamente…
Pues nada, seguimos con el blanco que aún queda, jejeje!!!
Como decía, la siguiente fase la iniciamos con Yuzu, yogur y albahaca:
Aunque en mi postre no pude apreciar el sabor de la albahaca…
Sin lugar a dudas «impresionante»…como para pedir repetir.
Muy, muy rico!! A la par de elegante emplatado.
Segundo round con Chocolate y trufa blanca de primavera «Tuber Albidum Pico» con yogur, miel de flores, flores de romero y nueces:
Con este postre me quedé un poco sorprendida por la falta de dulzor.
En el plato había un predominio claro del sabor de la trufa que le daba cierto carácter y personalidad, muy diferente a lo que se pudiese esperar inicialmente, pero no por ello menos delicioso.
Es posible que vaya dirigido a los comensales menos golosos y que disfruten con sabores más terrestres y naturales.
Ya para concluir llegó a nuestra mesa el Cup cake de merengue, fresitas y rosas:
Un broche a la altura de toda la cena: una exquisitez. «No digo más»
Después, como en la mayoría de este tipo de menús, quizá por si te has quedado con hueco en el estómago (dicho con toque de humor), llegan esos pequeños detalles que no aparecen en la carta.
Unas pequeñas delicias que parecen el premio por haber llegado hasta el final de la propuesta gastronómica.
En fin…después de concluir este viaje culinario, las palabras adecuadas serían: «Arte en boca».
Una experiencia 100% agradable y placentera.
¡¿Qué más se puede pedir!?
Reblogueó esto en "Fidelidad a uno mismo: SIEMPRE"y comentado:
Una experiencia que no puede faltar en ninguno de mis blogs. Espero que os guste e incluso os de un poco de «sana envidia» 🙂
Yo voy a ese restaurante y me muero de hambre
Vaya, pues si que comes mucho!!! Para mi fue una cantdad muy acertada. 🙂
Y la cuenta sino es indiscrección.
Hola pepe, no hay indiscreción en tu pregunta. El menú tiene un coste 155€ por persona y el gasto en bebida depende de la elección del comensal. En nuestro caso 70€ por el vino.
A groso modo nos movemos en el precio de unas 85/90 cajetillas de tabaco o unos 30/40 gin tonics, que ni me fumo ni me bebo, jajaja!!!
Por el trabajo que requiere llegar a ofrecer ese menú…un precio elevado pero razonable, a mi manera de valorar.
Saludos.
Pufff mucha tela para mi. Gracias Angela.