Siempre son agradables las sorpresas.
Y mucho más agradables las motivadas por el cariño y el amor te llevan a disfrutar gratas experiencias.
Hace unos días tuve la suerte de poder deleitarme con una de ellas…
Mi marido me invitó a una cena especial. La única pista: «tardamos una hora en coche».
Efectivamente después de ese tiempo llegamos a nuestro destino, el restaurante de los hermanos Sandoval en Humanes «COQUE».
Nuestra experiencia allí comenzaba a las 9.00 de la noche en la bodega.
Esta zona está decorada con acierto, y entre sus paredes habitan serenamente un número elevadísimo de excelentes caldos de diferentes bodegas, tanto nacionales como internacionales. Es todo un homenaje al mundo del vino.
Nos propusieron varias opciones para empezar: un vino, una cerveza, champán…e incluso un coctel especial, por el que nos decantamos.
A los pocos minutos un camarero trajo a nuestra mesa una campana de cristal bajo la cual parecía descubrirse un árbol metálico entre cuyas ramas se encontraba el primer aperitivo.
El segundo paso en nuestro camino…un ascensor que nos llevaría directamente a la cocina donde nada más entrar notamos un ambiente rodeado de aromas a diferentes maderas. Fue como recibir un gran abrazo muy agradable.
Mario Sandoval nos presentó los segundos aperitivos, que tenían como ingrediente estrella las aceitunas y sus diferentes variedades.
Y nos mostró la zona de donde salía aquel aroma tan envolvente: El espacio destinado para el horneado.
Allí varios hornos alimentados con diferentes maderas daban el toque especial a todos platos.
Nos ofrecieron un aperitivo más «tortilla elaborada con leche de oveja ahumada con nueces» antes de pasar al salón.
Tuvimos que decidir entre dos menús: Max Madera o Arqueología de los Sabores.
Nos decantamos por la segunda opción, algo más extensa que la primera. También decidimos armonizarlo con los vinos elegidos por el sumiller. (Por algo es el experto)
Fue todo una catálogo de sabores, aromas, texturas y creatividad que con cada plato daba un resultado excelente, delicioso y exquisito.
Aquí os dejo unas fotos que hice de esta maratón gastronómica.
Faltan un par de platos (la tortilla de leche de oveja ahumada y la capa terrestre de chocolates) pero la cámara estaba cansada de tanto ajetreo y las hizo un poco borrosas.
¡Jajajaja!
Como podéis comprobar es todo un festín digno de un emperador romano, sólo para valientes y comilones con fondo físico.
No puedo decir otra cosa que cada plato era una antología para el paladar…
Reblogueó esto en "Fidelidad a uno mismo: SIEMPRE"y comentado:
Esta experiencia tan especial bien merece tener un hueco en mis dos blogs.